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PELICULA NO.

(Para el libro: Cine y Casos de Negocios, Editores Moira Nakousi y Daniel Soto. Universidad Adolfo Ibáñez-RiL Editores)

 

 

El cine tiene una tarea que también es un deber: contar la realidad para que el público la entienda mejor. Sobre todo para el público joven.

Ettore Scola.

Independiente al hecho de estar basada en un obra de Antonio Skarmeta más todo el trabajo de investigación y recopilación que significó, la película NO, del cineasta Pablo Larraín, ¿es, sobre todo, la mirada histórica sobre un momento del país de parte de un joven, además cercano al mundo político por familia? o ¿es, principalmente, la mirada de alguien que ha trabajado en publicidad y la conoce por dentro? Al parecer, es ambas cosas, que se entrelazan y aliment​an una a otra en la película.

 

La repetición de las palabras de René Saavedra (Gael García), el exitoso ejecutivo de la película, ante cualquiera de sus “clientes” parece resumir uno de los conceptos publicitarios expuestos en la cinta y, también, el devenir histórico del país:  “Lo que van a ver a continuación está enmarcado en el contexto social del Chile actual ….… hoy Chile piensa en el futuro”, lo dice para vender el spot de una bebida de fantasía; nuevamente ante los miembros de los partidos concertacionistas para exponer la campaña del NO a Pinochet y, finalmente, ante los ejecutivos de un canal de televisión para publicitar una nueva teleserie.  Las palabras no cambian, tampoco la actitud del publicista; la audiencia es totalmente diferente, pero todos pretenden lo mismo:  “vender”, un producto o una idea, pero ante todo vender y, ante esa premisa, nada cambia.  Entre estos tres momentos del film el país ha votado en contra de la continuación del régimen político, pero ¿qué va a cambiar? o, en realidad, ¿nada cambia? ¿Es esta frase reiterativa en momentos tan diferentes del país y de la historia, una propuesta del director sobre la realidad social, cultural y política de lo que Chile ha obtenido después de la dictadura? Al parecer es así, considerando la actitud frente al triunfo de la campaña del NO, de parte de Saavedra, quien avanza, con su hijo en brazos, entre la gente que celebra la caída del dictador. El dictador y su régimen oscuro del miedo cayó, pero ¿cayó su ideología?. ¿Cambió el país ante la arremetida del más liberal de los mercados y el consumismo?

 

Publicidad y Sociedad: 

Una de las bases de la industria publicitaria es parte fundamental del argumento mismo de la película:  no sirve utilizar comunicación negativa, lo que logra el objetivo imperante de  VENDER es la felicidad.  “Chile, la alegría que viene” es el lema que propone Saavedra, aunque se esté hablando de votar en contra de un sistema que usó la tortura y el asesinato para imponerse.  Esto indigna y horroriza a una parte importante de los concertacionistas,  quienes no aceptan que se banalice de esa manera lo sucedido durante tantos años y que afectó a tantos. Sin embargo, en el acontecer de la película la postura de Saavedra es la correcta, justamente es el miedo que pretende imponer la campaña contraria, la del régimen que quiere continuar, lo que parece alejarla de las mayorías, las personas buscan sólo ser felices y olvidarse de la vida tal como es. Bajo esa premisa, la creatividad es fundamental, mucho más importante que la exposición de hechos, la campaña debe ser llena de colorido, felicidad, rostros conocidos que muestran gran alegría, cantos y bailes. Y es en crear ese mundo de arcoíris que Saavedra pone todo su empeño, su esfuerzo y su conocimiento, él  sabe perfectamente de la enorme fuerza que tienen la imagen y el sonido para suscitar emociones, imponer un concepto y generar una motivación.  Como dice el doctor Armando Roa “No es extraño ver el éxito del consumismo, no tanto en el invento de artículos mejores, sino en inventarlos con una imagen seductora”_

 

¿Se justifica la publicidad abiertamente comercial para ganar un plebiscito, para proponer ideas políticas y/o sociales? Al parecer, así es. Ante la primera campaña propuesta para el NO, oscura y trágica, el experto Saavedra dice “Esto no vende” y es su nueva proposición de una campaña lejana al sufrimiento de años, llena de promesas de alegría y felicidad, de un futuro donde todo será mucho mejor para todos, donde algunas situaciones y modelos poco tienen que ver con nuestro país, la que “vende” las ideas del NO, la que permite el triunfo de aquellos que quieren terminar con el régimen que nació en la dictadura.  ¿Es así, fue así?  ¿Es “Chile, la alegría que viene” lo que derrotó a Pinochet?  ¿Es esta suerte de ofertas de futuro promisorio en el estilo de la publicidad, mejor que los hechos, la memoria y la capacidad de pensar de un pueblo?  ¿Es el populismo político al que nos hemos acostumbrado, pariente de este concepto publicitario? 

 

Bajo esta mirada ¿Se justifica en la industria publicitaria cualquier promesa de felicidad para vender una campaña de todo tipo y hacer que esa misma industria crezca al alero de promesas falsas? Vemos cómo, día a día, nos venden variadas clases de productos y servicios invitándonos a ser más jóvenes, más bellos, más socialmente aceptados, más atractivos, tener una mayor gratificación sexual, etc. ¿Cómo cala en las clases más desprotegidas y de menor nivel económico el hecho de mirar avisos publicitarios, a través de distintos medios, en los que lo más necesario para tener éxito parecen ser los artículos costosos y las marcas? Estos bienes son inaccesibles para la mayoría, lograrlos significa, habitualmente, un endeudamiento de por vida o, en el peor de los casos, su búsqueda por medios ilícitos  o muy poco éticos. Esto no sólo es aplicable a las clases más pobres, lo mismo ocurre en la escala económica hacia arriba; mientras más se posee, más se desea y necesita.  ¿Se puede y es ético manipular el alma humana y explotar sus aspiraciones hasta ese punto y cuál es el costo personal y social de eso?  Son todos cuestionamientos que surgen si la película se analiza desde el punto de vista de lo que es el mensaje publicitario y sus estrategias.

 

Eso en lo que respecta a los resortes que usa la maquinaria publicitaria para imponer cualquier producto.  Existe también el tema de lo ético y correcto al interior de una empresa en particular y, sobre todo, de las personas.  Hay dos posiciones totalmente opuestas en las dos campañas que se preparan y producen.  No se trata de la elección de un simple producto, de moda por algún tiempo, sino de una definición en lo valórico, de una forma de enfrentar la vida; sin embargo, la batalla de ejecutivos se da entre jefe y empleado, ambos creativos publicitarios de una misma empresa.  Los dos personajes se podrían hacer más interesantes precisamente por ese conflicto dentro del argumento de la película, pero, en un análisis más allá del guión y su propuesta, podemos también pensar en lo propio o impropio de esta postura tan dispar de estos dos publicistas ante la situación política de un país que está casi al límite y, además, entre dos seres humanos que viven realidades tan fuertes: uno de ellos está sumamente ligado al régimen imperante y sus jerarcas; el otro, viene del exilio familiar y asiste a los atropellos a los que es sometida la madre de su hijo por pensar diferente y marchar por la libertad.  Al final de la película, una vez que se ha derrotado a la campaña del SI, esta necesidad comercial de la empresa publicitaria, llega al punto en que el jefe acredita a su subalterno presentándolo orgullosamente como el exitoso creativo de la campaña del NO, a la que él mismo se había opuesto.

 

Verdad y Cine

En lo meramente cinematográfico y en la buscada recreación de un universo diegético acorde a la época de la historia, una de las opciones escogidas para mostrar el ámbito político e histórico es, en principio, un acierto del director Larraín: acercar el aspecto técnico a un documental, tratando de asimilar los metrajes de archivo a la nueva filmación.  Eso podría sumergir a la audiencia de una manera muy fuerte y comprometida en los hechos narrados, introduciéndola en la verdadera historia. Sin embargo, acá surgen nuevas dudas que ya no tienen que ver con la propuesta central del tema publicitario, sino con la película misma: para recrear el momento de la forma más veraz posible, ¿es necesario producir algunas escenas en que la imagen molesta a la vista?  Está claro que no es un error de filmación, no es que Larraín no sepa manejar los aspectos técnicos con profesionalismo; sino que es un defecto buscado para llegar a una mayor realidad.  Y acá hay un cuestionamiento presente no sólo en el cine, sino en todo el arte ¿es la realidad tal cual se presenta sinónimo de la verdad? 

 

Imaginemos dos espadachines en duelo: la realidad sería que cada uno de ellos estaría tratando de herir a su contrincante con espadas filosas y mortales, eso sería muy “real”  Sin embargo, si los ponemos sobre el escenario, en una película u obra de teatro, es absolutamente necesario cambiar esa “realidad” para dar la necesaria impresión de “verdad”.  Si las espadas son “reales”, los dos actores estarían tratando no sólo de esquivar a su adversario para que no los mate, pero además, estarían evitando a toda costa matar al otro actor y salir directo del teatro a la cárcel en calidad de asesino; la ilusión del duelo se pierde.  Es decir, se hace necesario cambiar la “realidad” de las espadas por espadas de utilería, para dar la necesaria “verdad” a los ojos del espectador y que los personajes parezcan verdaderamente peleando para dar muerte a su contrincante.

 

Podemos también pensar en historias de ciencia ficción, con personajes totalmente irreales, pero que calan hondo en nuestras emociones con su veracidad. Incluso, muchas veces esos personajes de la fantasía nos conmueven más profundo que personajes de la vida real, si estos últimos son llevados a la pantalla sin la necesaria profundidad en sus emociones y sentimientos.   Existe siempre, esta dicotomía entre la “Realidad y la Verdad”, estudiada por varios filósofos.  Desde el punto de vista del arte, se aconseja, a quien quiera ahondar sobre este tema, leer el libro El Arte de Augusto Rodin._

 

Se han dado estos simples ejemplos para pensar sobre si no habría sido mejor en el film de Larraín depurar en parte la técnica, siempre tratando de no perder el aspecto de documental, con el propósito de permitir al público ver todo de manera fluida. ¿Habría sido menos honesta la película? ¿Se habría perdido veracidad, que es el sustento de todo el arte?  Al espectador de hoy, acostumbrado a otra pureza en la imagen ¿le ayuda o distrae este defecto-efecto, para sumergirse en la veracidad de los hechos?

 

Al analizar la película  desde el punto de vista de su propuesta cinematográfica es necesario pensar en esto. ¿Fue una elección acertada? ¿Su uso fue el justo y adecuado, en los mementos requeridos? Es un planteamiento y una definición a considerar ante cualquier propuesta artística y, como en este caso, ante las posibles realizaciones que quieran representar una parte importante de la historia para actuales y futuras generaciones, mostrando documentos de la época.  

 

Lo que sí hay que destacar en esta proposición es el montaje al momento de unir dos tipos de material diferentes, en este caso uno de los puntos bien logrados en la película, ya que el relato fluye con facilidad en la edición de las imágenes de distinto origen.

 

Punto aparté merece el sonido, muy bien logrado en algunos pasajes, pero continuamente  entregando unos diálogos inentendibles.  Si es un efecto buscado como el de la imagen, en este caso no cabe duda, es un error, no son dos o tres palabras que se pierden al azar, son largos parlamentos que impiden saber lo que dicen los personajes principales.  Si es un defecto técnico o de dicción de los actores …………mal.   Por otra parte, si he logrado una sala o una copia con sonido defectuoso, retiro lo anterior, pero he pedido otras opiniones sobre este punto y varias personas concuerdan en que no entendieron una cantidad importante de diálogos.

 

Personajes y Trama:

En cuanto a la trama de la película, se insinúan varios conflictos de gran interés, entre diversos personajes:  en las posturas políticas; en la visión de lo que se debe mostrar para acercar a las personas a una de las opciones de las campañas; en la forma de enfrentar la dictadura, etc. 

 

En el caso de René Saavedra, él ama a la madre de su hijo (bien logrado en la escena en que ella besa al niño en brazos del padre), pero no se atreve a defenderla ante  los atropellos de la autoridad; él está contra la dictadura, incluso por historia familiar, pero no se atreve a luchar contra ella abiertamente; está empleando toda su creatividad y profesionalismo para derrotar a Pinochet, pero trabaja para un jefe que busca lo contrario.  El personaje de Saavedra vive una de las opciones dramáticas que pueden llegar a ser más enriquecedoras de una trama: el personaje luchando contra sí mismo.

 

¿Basta con plantear estas interesantes insinuaciones que hacen pensar al público en posibles desarrollos o habría sido más atractivo para la audiencia que la trama hubiera ahondado en ellos?

 

Todas estas interrogantes no proponen respuesta definitivas ni categóricas, sólo son posibilidades de explorar la película desde algunos de los diversos ángulos que aborda.

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