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                                      “NO VOY MÁS”

 

 

Susanita quería seguir en el Jardín de la tía Patricia, pero la mamá dijo que no podía porque ya estaba grande y la llevó al colegio de la Javiera. A Susanita le daba susto porque era un edificio muy grande, además, a la Javiera parece que tampoco le gustaba porque casi nunca quería levantarse y todos los días la mamá peleaba con ella. 

 

En el colegio unas tías le pasaron unas hojas y unos lápices y le dijeron que dibujara lo que ella quisiera. Ella hizo un dibujo bien bonito con hartos colores y le puso su nombre, como le había enseñado la abuela. “Qué bien sabes poner tu nombre. "Cuéntame qué es” dijo la tía que, a lo mejor, no conocía los arco iris, porque en el dibujo se veía muy bien lo que era. Entonces, la tía le dijo que tenía que ir a otra parte a jugar con unas niñitas mientras ella conversaba con los papás. Eso sí que no le gustó, nadie le había dicho que iba a tener que estar sola, sin los papás, en este edificio. Le habían había dicho que se tenía que portar como una niña grande, se aguantó de llorar y salió detrás de otra tía que vino a buscarla. 

 

En una sala había unas muchas niñitas sentadas y una tía les iba pasando papeles de colores y unas tijeras. Esto era raro, a ella no la dejaban usar tijeras ¿acaso la tía no sabía que son muy peligrosas para las niñitas?; parece que estas tías no saben mucho. Desde el asiento podía ver la puerta de la sala donde estaban el papá y la mamá y eso la tranquilizó. Recortó como había visto que la abuela cortaba los géneros y quedaron unas formas bien bonitas.

 

Después, la tía les pidió que contaran algo que les gustara mucho y Susana contó que a ella le gustaba la casa de la abuela en el campo: sabía andar a caballo, la abuela la dejaba sacar los huevos a las gallinas y habían hecho empanadas juntas. A ella todo eso le parecía fantástico, pero una niñita contó que una vez había ido en avión para conocer al Ratón Mickey y a la Cenicienta y eso pareció mucho mejor.

 

En el auto les preguntó a los papás si algún día podrían viajar en avión y conocer al Ratón Mickey y a la Cenicienta, pero ellos querían puro hablar del colegio nuevo y le preguntaron cómo lo había encontrado, ella dijo que le daba susto. La mamá le contó que ella también había estado ahí cuando era chica y le había gustado mucho volver. ¡O sea que la mamá iba a ir la colegio con ella!

 

A la hora de comida, le contó a su hermana que había estado en su colegio y que el próximo año la mamá iba a ir con ellas. El papá se puso a reír “¿De dónde sacaste eso?” La mamá venía entrando de la cocina, preguntó qué pasaba y también se puso a reír. Susana dijo que en el auto la mamá había dicho que le gustaba mucho el colegio.  “Sí, pero yo ya terminé el colegio. Ahora te toca a ti y vas a ver que es muy lindo. Vas a tener amigas y vas a aprender muchas cosas ¿No es cierto, Javiera?. ” La Javiera dijo "me duele la guatita “ y se fue. La mamá miró al papá y él dijo “Es que está muy regalona”.

 

En el Jardín de la tía Patricia hicieron una fiesta muy bonita. La Javiera, al principio, estaba muy enojada, parece que todavía con dolor de guatita, pero después se puso más contenta, sobre todo cuando una profesora se acercó a ella y le comentó que había crecido tanto en dos años " Me  imagino que en el colegio no lloras por la mamá". Ahí la Javiera se enojó de nuevo y se fue sentar en un columpio.

 

Le entregaron unos certificados con hartos dibujos y su nombre y el papá le dio un regalo. Susana dijo que esa misma muñeca se la había pedido al Viejito Pascuero, "No importa, le escribes una carta nueva pidiendo otra cosa", ella se quedó pensando qué otro regalo podría gustarle, miró a su hermana y se le ocurrió que podría pedirle al Viejito que la Javiera se mejorara del dolor de guatita, para que fuera contenta al colegio el próximo año y no peleara con la mamá en la mañana. !Ese iba a ser su regalo! 

 

Estaba emocionada de ir al campo, aunque le habría gustado ir en avión a Disneylandia, pero los papás habían dicho que, si se portaba muy bien en el colegio, el otro año podrían ir. Cuando le contó a la Javiera que tenían que portarse bien en el colegio para poder ir a conocer al Ratón Mickey y la Cenicienta, la Javiera dijo que el colegio no le gustaba y se puso a llorar.  Susana pensó que su hermana se iba a poner contenta cuando supiera del regalo de Pascua. En el campo podría pedirle a la abuela que escribiera la carta nueva para el Viejito.

 

"¿Quieres ese regalo? ¿que la Javiera vaya contenta al colegio contigo y ya no le duela la guatita?" la abuela la miró muy extrañada y Susana le explicó que era el mejor regalo “Además, así no va a pelear más con la mamá” ,”¿Y qué quieres para ti?", Susana dijo que nada más, para que el Viejito Pascuero no se enojara con tanto pedido. La abuela la abrazó muy fuerte, escribió la carta y dijo que iban a ir juntas al pueblo a ponerla en el buzón.  En el camino le explicó que, a veces, el Viejo Pascuero no puede traer lo que le piden las niñitas, pero igual le iban a mandar la carta para que viera lo amorosa que era la Susana, que no pedía cosas para ella. "En todo caso" dijo " yo creo que te va a traer algo muy bonito”.

 

El Pascuero le trajo un conejo bien grande y fue todo un cuento porque al Viejito , como ya está muy anciano, se le olvidó ponerle las pilas y la mamá tuvo que desarmar el control de la tele para que corriera y comiera una zanahoria que tenía.  Susana se asustó que el Viejito no cumpliera el deseo que ella había pedido, de quitarle el dolor a la Javiera y que fuera contenta al colegio, pero pensó que podría ser una sorpresa que iba a darle después de las vacaciones si se portaba muy bien y se hizo el propósito de obedecer siempre, no pelear con la Javiera y no molestar al Peludo cuando volvieran a la casa.  Al perro no le gustaba que jugara con él "Déjalo tranquilo, no es un caballo" decía la mamá.  A ella le gustaba el juego, porque el Peludo era bien grande y podía subirse, pero se propuso no hacerlo más. A la Javiera el Pascuero le trajo un computador que había pedido y se puso bien contenta, repartiendo besos como loca, hasta que el papá dijo que así podría estudiar mejor para el colegio, entonces, se amurró, lo dejó botado y empezó a abrir los otros regalos, pero, antes de acostarse lo tomó otra vez y se lo llevó a su pieza.

 

El verano fue muy entretenido, sobre todo cuando el papá y la mamá volvieron a Santiago, después del Año Nuevo, porque con la abuela hacía cosas que los papás no la dejaban. Salían juntas a andar a caballo, se subían a la carreta llena de paja, iban al establo a ver las vacas y cosas así.  Además, a la Javiera parece que se le pasó el dolor de cabeza y el de guatita, porque estaba cada día más contenta, ya no lloraba a cada rato y casi no peleaba con ella. Los papás fueron a estar con ellas algunos días y, después, se fueron de viaje a otro país. Era bien loco y entretenido, porque podían conversar con ellos en el computador de la Javiera, en la noche, porque en el otro país el sol se quedaba hasta tarde, parece, Susana no entendía mucho ese cuento pero le gustaba ver a los papás y contar lo que había hecho.  La Javiera era bien rara porque estaba todo el día de lo más feliz y, cuando hablaba con los papas puro lloraba en vez de contarles cosas.

 

Los papás llegaron llenos de regalos lindos y la mamá arregló las cosas para llevárselas de vuelta a Santiago. "La niña tiene algún problema" escuchó que decía la abuela, la mamá dijo que a la Javiera ya la había visto el doctor y no tenía nada, sólo era muy regalona, no más. El papa salió con las maletas, todos se abrazaron mucho y se subieron al auto, pero antes de partir, ella se bajó del auto, abrazó otra vez a la abuela y le dijo despacio "no te preocupes por eso, sé que el Pascuero me va a cumplir y la Javiera va a estar más contenta y sin dolor de guatita”

 

Llegaron a su casa y a Susana le gustó volver a ver su pieza y sus juguetes.  La mamá dijo “Mañana tenemos que ir a comprar los útiles y el uniforme”.  La Javiera dijo que estaba cansada y se fue a acostar, cuando ella entró a acostarse, después de comida, su hermana estaba durmiendo, vuelta hacia la pared.

 

Al día siguiente, partieron a comprar con la Javiera que tenía dolor de cabeza y estaba muy enojada; ahora casi siempre estaba muy enojada, no como cuando eran chicas y jugaban juntas. En la tienda todo era un enredo enorme. Había niñitas y niños que corrían por todas partes; otros sacaban cuadernos y lápices, mientras algunas mamás gritaban y unos papás estaban sentados con una cara no muy contenta. 

 

La mamá miraba una lista y echaba hartas cosas en el carro, hasta le compró un peluche que a Susana le gustó y que tenía una gorra y una polera. A la Javiera le compró una Barbie y se le quitó un poco el enojo. Después, fueron a comprar el uniforme y ella encontró que se veía bien bonita con su blusa y un vestido. “Ahora, vamos a los zapatos”. Ahí el enredo era terrible y la mamá no lograba hablar con un vendedor. Algunas niñitas lloraban mientras trataban de meterles zapatos, las mamás estaban como locas y no le gustó tanto este tema de comprar las cosas para el colegio y así se lo dijo a la Javiera.  ¡”Yo no quiero hablar del colegio”! y siguió con su Barbie.

 

Finalmente, se fueron a la casa con todo, mientras la mamá comentaba que, gracias a Dios, habían encontrado casi todo lo necesario “Te ves tan linda de uniforme, ya no eres un bebé de jardín. Javiera, a ti falta comprarte los zapatos, a ver si mañana vamos””. Miró a su hermana, ella estaba jugando con la Barbie y empezó a sacarle la ropa y tirarle el pelo con mucha rabia “¡No me gusta el colegio, no quiero volver!” y Susana se asustó porque a lo mejor el colegio no era tan entretenido como la mamá decía, preguntó por qué tenía que ir al colegio si ya tenía amigas en el jardín y en la plaza y había aprendido muchas cosas en el campo, con la abuela. “Sí, pero las niñitas tienen que ir al colegio. Tú dices que quieres ser doctora cuando grande y para eso es necesario ir al colegio y estudiar mucho”. Susana se dijo si valía la pena esto de ir al colegio para ser doctora, a lo mejor podría hacer otra cosa y no ir, lo tenía que pensar.  Javiera había empezado a llorar, pero la mamá no dijo nada y siguió manejando. 

 

En la noche se acostó temprano. En la comida le preguntó al papá por qué tenían que ir al colegio si a la Javiera no le gustaba y lloraba tanto.  El papá dijo que las niñas tienen que ir para aprender y poder trabajar cuando grandes. Ella iba a preguntar cuánto faltaba para eso, pero en ese momento la Javiera dijo que no quería comer y iba a acostar.  Al principio, la mamá dijo que tenía que comerse todo, pero después la dejó irse “Susana, anda a comer el postre a tu pieza para que vean los monitos antes de acostarse”.  Ella se alegró porque los otros días no la dejaban ver la tele en la noche, pero, pensó que podría ser porque ya iba a empezar el colegio y estaba más grande. Se dio cuenta que los papás se quedaron en el comedor mucho rato conversando, mientras ellas veían una película. Había una princesa que vivía en un castillo y sufría mucho porque unas brujas malas la trataban muy mal.  Se dio cuenta que la Javiera estaba llorando, le dio mucha pena y se puso a llorar también, entonces, su hermana se acostó a su lado, la abrazó y se quedaron dormidas antes que el cuento terminara.

 

A la mañana siguiente era el día de ir al colegio.  A pesar de todos los ruegos de la Javiera, a los que ahora se sumó Susanita, los papás dijeron que tenían que ir, que iban a ir los dos a dejarlas por ser el primer día, pero la Javiera seguía peleando porque le dolía la guatita otra vez. Finalmente, estaban todos en el auto y, aunque Susanita estaba asustada con esto del colegio, se sentía muy grande y orgullosa en su uniforme, aunque bien enojada con el Pascuero porque su hermana seguí con el dolor de guatita y sin querer ir al colegio.  

 

Entraron en el auto al patio del edificio grande, la Javiera peleaba muy enojada porque no quería bajarse y gritaba “NO VOY MÁS”. “Eres la mayor, tienes que dar el ejemplo. Si te duele otra vez la guatita te vamos a llevar a otro doctor, pero, ahora acompaña a tu hermana al colegio”.  La Javiera dejó de pelear, se puso a llorar y dijo muy despacito ”No, por favor, ahora le van a pegar a ella también y es muy chiquitita”. “¿Quién le va a pegar?” dijo la mamá. La Javiera seguía llorando “Las niñas, unas niñas grandes”. El papá se dio vuelta “¿Te pegan a ti? ¿Y por que no nos habías dicho?”, la mamá lo miró “Me da miedo” dijo la Javiera.

 

Los papás se quedaron mirándolas sin decir nada más, el papá puso el auto a la sombra de un árbol, la mamá le tomó la mano la Javiera y le hizo un cariño en la cara. "Esperen acá, sin bajarse" y se fueron muy rápido hacia el colegio.  La Javiera la abrazo y se quedaron las dos así, muy apretadas.

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