top of page

FUEGO

EL GUARDIA

La empresa se cerraba a las siete quedando silenciosa y vacía por un rato. El guardia empezó a pasearse para revisar que no hubiera ningún rezagado, varias veces había encontrado a alguno que parecía no tener ganas de ir a su casa.

 

Al guardia Ramos le gustaba su trabajo, le permitía estar libre durante el día, durmiendo en gran parte en su casa de viudo solitario, para después llegar a esta calma espectral de las oficinas y los pasillos de luz blanca, interrumpida sólo por las dos mujeres que llegaban a hacer el aseo en un rato más. Después de 38 años en la policía, era un remanso.

 

El guardia registró la hora y la situación de normalidad en el computador y se sentó a leer el diario de la tarde. De pronto, lo alertó un fuerte estruendo, miró por todos lados, se asomó al hueco de la escala del edificio; todo se veía tranquilo y volvió a su lectura.

 

ROSA

Rosa todavía se sentía joven, alegre muy pocas veces. Ahora estaba tomando un té antes de salir. Como siempre, la tristeza y la soledad eran sus únicas compañeras desde el día que Pedro murió, hacía muchos meses, después de la larga enfermedad. Viuda a los 43 años, sin hijos, sola. Se apoyó en la mesa, recordando. No había sido su gran amor, una imposición de sus padres que ella aceptó con su habitual sumisión y timidez, pero lo extrañaba.

Miró afuera, estaba empezando a oscurecer y debía apurarse porque no podía perder su empleo, ya dos veces había marcado la tarjeta unos minutos después de la hora de entrada y le habían descontado la hora completa. 

 

El bus no iba muy lleno y logró sentarse a la ventana desde donde veía llegar el anochecer, la oscuridad iba inundando el paisaje y las personas se apresuraban por la vereda, pero Rosa solo tenía ojos para las parejas que pasaban felices, riendo, tomadas de la mano.  Un pequeño dolor le apretó el pecho; ella añoraba eso.

Se bajó en el paradero y empezó a caminar hacia su trabajo. En uno de los departamentos del edificio hacían un asado en la terraza.

 

ACCIDENTE

Al sonido del timbre el guardia se acercó a abrir la puerta para dejar a pasar a las dos primeras aseadoras que llegaban, cerró la puerta.

        -¡¡¡ESPERE UN POQUITO!!!

Abrió y vio a Rosa corriendo por el pasillo. 

 

         -GRACIAS, SEÑOR RAMOS.

El guardia miró a Rosa mientras metía la tarjeta en el reloj, le llamaba la atención esta mujer. Debía haber sido muy bonita alguna vez, parecía siempre tan triste y hacía su trabajo en silencio. Al principio él estuvo intrigado por ella y, poco a poco, la intriga empezó a transformarse en interés. Pero ella parecía tan lejana y ausente, nunca hablaba, solo un atento saludo al llegar y despedirse.

Rosa inició su trabajo en la oficina principal. Limpió los ceniceros sucios,  lavó tazas  de café, empezó a pasar la aspiradora y, sin darse cuenta, se enredó en el cordón cayendo contra el escritorio.

El guardia leía mientras las mujeres hacían el aseo, cuando sonó desesperadamente el timbre. Se acercó al intercomunicador hacia la calle y escuchó gritos.

         -¡¡¡INCENDIO!!!

El guardia dio inmediatamente la voz de alarma  para que las mujeres salieran rápido, pero Rosa no apareció por ninguna parte.  Empezó a sentir las sirenas de los bomberos y un megáfono que daba orden de evacuar el edificio, pero no podía encontrar a Rosa. Corrió por todos lados, con el corazón latiendo fuerte en su garganta, mientras el humo se iba deslizando por la puerta de entrada.

         -¡¡¡ROSA!!!  ROSA!!!  HAY QUE SALIR RÁPIDO!!!! 

La vio tirada en el suelo de la oficina. Como pudo la tomó en brazos y salió corriendo con ella. En el pasillo no se veía bien por el humo y empezó a sentir que le costaba respirar hasta que un bombero lo ayudó a llegar a la calle, allí se dio cuenta que Rosa tenía un golpe en la cabeza y sangraba.  Uno de los policías los llevó hasta una patrulla que partió con ellos hacia el hospital.

  

El recinto de urgencia estaba repleto de gente esperando, pero los atendieron de inmediato. Él ya se sentía bien y lo único que le preocupaba era el estado de Rosa. Llegó un médico, la vio rápidamente, una enfermera curó la herida en la cabeza y se dio por terminada la consulta.

 

         - NO ES GRAVE -le pusieron una pequeña curación- QUE HAGA REPOSO POR HOY.

El guardia puso su brazo para afirmarla mientras salían, pero, antes de llegar a la puerta, Rosa se desmayó.

 

ROMANCE

Quedó internada en una sala a la espera de los exámenes necesarios para descartar un traumatismo más serio. 

         - ¿USTED ES EL ESPOSO DE LA PACIENTE?. DEBE FIRMAR LOS DOCUMENTOS

           - NO, ELLA NO TIENE PARIENTES, PERO SOY SU JEFE, YO FIRMO TODO.

         - DÉJEME SU TELÉFONO, YO LE AVISO CUALQUIER COSA.

Partió preocupado, comprendiendo que su sentimiento por Rosa era más fuerte de lo pensado. Fue al lugar de su trabajo para ver cómo seguía todo, pero estaba acordonado, no pudo pasar y le dijeron que no valía la pena volver hasta dos días, porque se debía investigar el origen del fuego. Llegó a su casa tarde, siempre pensando en Rosa, su suave voz, la sonrisa que muy pocas veces se asomaba a su cara, pero la iluminaba. Comprendía que ella era bastante menor, pero sabía que también era viuda y sola. Encontró su hogar más vacío que nunca.

En la mañana fue al hospital temprano, pero no lo dejaron entrar a verla y debió conformarse con que una enfermera le dijera que Rosa estaba mejor y, probablemente, la darían de alta al día siguiente. Esa tarde la pasó arreglando el departamento, limpiando, ordenando; incluso revisó platos y tazas, botó todo lo que estaba un poco saltado, no quedó casi nada y se dio cuenta que debía comprar algunas cosas. 

Al día siguiente sonó el teléfono.

              - ¿EL SEÑOR RAMOS? PARA AVISARLE QUE LA PACIENTE ROSA VERA YA ESTÁ DE ALTA. 

                

​              - POR FAVOR, QUE ME ESPERE, VOY INMEDIATAMENTE.

Partió lo más rápido que pudo, paró a comprar un ramo de flores, reclamó en cada taco de tránsito que lo detenía y llegó al hospital. Una enfermera vino conversar con él, diciendo que todo había salido bien, pero era necesario que Rosa tuviera unos días de reposo relativo, estaba terminando de arreglarse y vendría.  Esperó que saliera de la sala, con ansiedad, listo para confiarle sus sentimientos, decidido a llevarla a su casa para cuidarla, contento de haber limpiado y ordenado todo para recibirla en buena forma.

 

La vio venir, más hermosa que nunca, del brazo de uno de los enfermeros, con una cara radiante. Rosa lo abrazó con gratitud por salvarla, le dio un beso en la mejilla, agradeció las flores y le presentó a su acompañante.

         - IMAGÍNESE, SEÑOR RAMOS, ME ENCONTRÉ ACÁ CON MI PRIMER AMOR DE JUVENTUD, A QUIEN NO VEÍA               DESDE QUE TENÍA 15 AÑOS.

En la puerta, Rosa y el enfermero se despidieron con un abrazo y un beso cariñoso.

         -QUÉ BUENO HABERTE ENCONTRADO, ROSITA, ME VOY A TU CASA APENAS TERMINE EL TURNO. 

Rosa se tomó del brazo del guardia. El señor Ramos sentía el roce de su pequeña mano y  escuchaba su suave voz.

         - SE DA CUENTA, SEÑOR RAMOS, LO QUE ES EL DESTINO, YO ESTABA TAN SOLA Y AHORA................

bottom of page